Un burro fue mi maestro
Bien dicho era una burra.
En la senda del Barranco del Infierno.
La burra terca por la vereda,
se detuvo y se detuvo,
quieta y terca la burra.
Ni a varazos arrancaba,
la burra blanca e inmóvil.
Sobre la senda del Barranco del Infierno,
justo sobre nuestro trayecto,
una avalancha despeñada
de rocas y pedruscos,
olor a pólvora.
Terca la burra nos salvó
al escuchar lo esencial.
miércoles, 2 de junio de 2010
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